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Tiempos difíciles

  • bloglamanovisible
  • 15 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 24 abr 2020

"Era el peor de los tiempos

Era el mejor de los tiempos"

La expresión artística siempre ha de jugar un papel importante en el proceso de construcción social. En la novela, en concreto, los autores construyen universos en los que caben las más importantes características de su tiempo, del espacio social, cultural o político. Resulta imposible, incluso para el escritor más avezado, alejar las realidades concretas en las que se circunscribe (ya sea que las acepte o no) de las líneas que componen su obra más fantasiosa. Los relatos nos permiten evocar estructuras políticas, económicas y sociales de tiempos pasados en los que conceptos tales como la estadística social o las cuentas nacionales aún no se vislumbraban, o no existían en su forma desarrollada. Más importante aún, y como resultado de lo anterior, las novelas nos muestran que aquellos sistemas sociales, de tiempos lejanos y oscuros, considerados por muchos como la antípoda de nuestra sociedad globalizada y altamente tecnológica, democrática y económicamente más justa, no han sido del todo superados.

Tiempos difíciles, bellísima obra de Charles Dickens, es un ejemplo notorio de lo anterior. Este relato, enmarcado en la Inglaterra de mediados del siglo XIX que se hallaba en pleno auge industrial, nos presenta una ciudad, Coketown, que debía ser roja, pero que era negra, de la que los viajeros tenían noticia en la lejanía porque de no existir una ciudad industrial allí donde el humo se acumula, no podría explicarse tal fenómeno. Humo y ruido, máquinas que incesantemente rugen sin importar el clima y la hora, chimeneas, el cielo ausente; este es el entorno en el que ocurren la mayoría de los acontecimientos. Esta ciudad sirve de hogar para gentes muy juiciosas que marchan unas tras otras a alimentar las fábricas sedientas del tiempo de los hombres, hombres que son merecedores de la gloria de luchar por la justicia, de ser gente honrada y humilde, que solo quiere procurarse lo que es justo. También viven en Coketown gente inmoral, y ambiciosa que no le importa destruir el engranaje perfectamente acompasado del sistema económico y borrar todo el progreso logrado hasta ahora a cambio de apoderarse de mucho más de lo que por justicia merece.


Ambos grupos de personas, son los mismos, son los trabajadores, y la identidad que estos tomen dependerá de a quien se le pregunta: si al próspero industrial o rentista, al noble o al burgués, o si al empleado, sirviente u obrero. Resulta claro que las gentes de Coketown tienen unos lentes por los que observan la realidad, lentes de oro o de paja, que convierten una misma realidad en dos, o más. En la novela ambos discursos se entrelazan y forman una integralidad que nos informa de lo que se vivía en aquellos tiempos. ¿Nos resulta esto familiar? ¿ No será que en alguna vida pasada vivimos en la Inglaterra decimonónica y de esto nos quedan vagos recuerdos? O ¿No es más fácil aceptar que mucho de lo que pasó en Coketown también ocurre aquí y ahora, casi dos siglos después?

El relato también nos presenta a Tom Gradgrind, hombre práctico que sabe educar a sus hijos siguiendo una filosofía práctica: Suprime todo conocimiento que no tenga contrapartida en la realidad, deja a un lado el amor y la caridad y otras tantas virtudes; el altruismo queda descartado por que no tiene lógica dentro del cálculo razonado y egoísta de las acciones. Este tipo de educación, que será el catalizador de los acontecimientos que se relatan, termina por generar un efecto adverso sobre la suerte de los protagonistas Tom y Luisa Gradgrind. Dickens se muestra contrario a esta filosofía práctica y la misma obra se convierte en una reacción contra esta. Es probable que viese en muchos de sus contemporáneos el reflejo de tales ideas, que iban en perfecta concordancia con el nacimiento de las sociedades industriales. Vale la pena mencionar la rapidez de los profundos cambios que afrontaba la sociedad Británica y las fuertes convulsiones políticas de la época. Muchos de estos cambios no tenían precedente en la historia por lo que era apenas natural el miedo que estos evocaban. Las expresiones literarias, y en general, las expresiones culturales o artísticas de esta época son importante fuente de información que nos permiten entender el efecto y la reacción de las sociedades ante tales acontecimientos, información que puede servirnos de guía en nuestros días.



Finalizo la exposición de mis ideas, tal y como Dickens finaliza su obra (sin pretender igualar su originalidad), refiriéndome directamente al lector:

¿A usted, lector, se le antoja pensar ahora que si Dickens hubiese nacido en nuestros día los hubiera considerado, de igual forma, Tiempos Difíciles?

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