Las ONG en tiempos de coronavirus
- bloglamanovisible
- 9 abr 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 9 abr 2020

Frente a los retos que nos está trayendo el COVID-19, son cada vez más las iniciativas para atender necesidades básicas de grupos en situación de vulnerabilidad, tanto por parte del Gobierno Nacional y local como del sector empresarial y la ciudadanía en general. Se están distribuyendo en masa alimentos y víveres de primera necesidad, sobre todo entre las familias que dependen de las actividades económicas de subsistencia que realizan a diario.
Las ONG han advertido que en las respuestas y en las medidas restrictivas que están adoptando los gobiernos, los más vulnerables no deben ser olvidados. Por lo que ya han empezado a hacer frente con medidas creativas para construir país desde casa. Hay una capacidad de adaptación y sacrificio que, al igual que en hospitales, supermercados, domiciliarios y personal de limpieza, también se reconoce en las ONG que continúan librando diariamente la batalla al coronavirus desde su misión.
En muchos países, las ONG están trabajando en medidas de preparación, mitigación y concientización frente al coronavirus. Son muchas las iniciativas que se han llevado a cabo para seguir trabajando desde casa y ayudar a cientos de familias que lo necesitan en esta situación, que ahora se ha extendido por muchos más días. Por lo que podemos encontrar muchas formas para sumarnos como voluntarios digitales en tiempos de coronavirus.

La lucha contra el Covid-19 no debería desarmarnos para luchar contra otras crisis humanas en curso. Como voluntaria de TECHO (un techo para mi país) soy testigo de que la organización se ha visto obligada a cancelar diferentes jornadas de construcción de viviendas de emergencia y otros eventos previstos para los siguientes meses, a cerrar sus 4 sedes a nivel nacional y a realizar una reestructuración económica y de recursos humanos para continuar con la formulación y ejecución de planes de acción inmediata como la entrega de kits alimenticios y transferencia de dinero a través de bonos alimentarios periódicos, así como protocolos para afrontar la crisis. Por tanto, como muchas otras ONG, no se detiene el trabajo por quienes más lo necesitan. Desde casa, siguen teletrabajando y conectados, pendientes de las directrices de las autoridades sanitarias y gubernamentales, para que no se queden atrás las comunidades donde TECHO realiza su trabajo, donde por lo general hay una escasa o nula presencia del Estado.
Han surgido un montón de esfuerzos por distribuir productos de higiene y alimentos entre los sectores más vulnerables, que seguramente hemos visto en redes sociales. Sin embargo, es difícil llegar a todas esas personas “que más lo necesitan”, por lo que la ayuda de todos los agentes sociales es indispensable. TECHO, unido a la preocupación por la precariedad de las familias con muy pocos recursos para subsistir estos casi 40 días de aislamiento obligatorio, se ha enfocado en abastecer despensas comunitarias en coordinación con referentes comunitarios para apoyarles en este momento de emergencia gracias a la canalización de expresiones de buena voluntad de la sociedad civil que decide donar.

Dado que las ONG están recibiendo mucho menos por parte de las empresas y aliados corporativos, sus esfuerzos se han enfocado en potenciar las donaciones con campañas a través de redes sociales y call centers. A la fecha, ya se han logrado beneficiar a 2.302 familias en Bogotá, Soacha, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena, y seguirán sumando esfuerzos para llegar a más familias. Se está impulsando cada vez más el apoyo de diferentes aliados y donantes particulares, como el comediante Alejandro Riaño con el estreno de su plataforma "The JP Channel" que apoya a TECHO Colombia con el 30% por cada suscripción.
Aún hay cientos de familias por atender; hasta el momento se han identificado más de 4.800 personas que se encuentran en fuerte desabastecimiento a lo largo de las 40 comunidades donde TECHO tiene presencia, y el número seguirá creciendo, por lo que el trabajo se intensifica. La idea es seguir generando formas de recaudo cada vez más ágiles y creativas, demostrando una vez más que la cooperación, la comunidad organizada y solidaria es la que sostiene la vida.
Respecto al trabajo de otras ONG, vale mencionar a FUCAI, que ha estado realizando operativos para acceder a los territorios indígenas y llevar complementos alimenticios para cerca de 2.000 personas en 33 comunidades wayú de municipios de Manaure, o Médicos Sin Fronteras con la realización de consultas médicas y de salud mental a los colombianos que han sido deportados o han retornado en las últimas semanas desde Venezuela a la ciudad de Cúcuta, a la vez que proporcionan formación a líderes comunitarios, promotores de la salud, parteras y docentes para que puedan prestar primeros auxilios psicológicos cuando son testigo de un episodio de violencia. Por otra parte, el apoyo a las familias refugiadas y migrantes ha sido tenido en cuenta por el Servicio Jesuita al Refugiado (JRS); la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia trabaja para abastecer a más de 650 mil personas que se atienden en las 18 sedes del país y la Cruz Roja para atender al menos 750 mil personas con atenciones de educación familiar y comunitaria, atención en salud primaria, salud mental, apoyo psicosocial, agua y saneamiento y proyectos de generación de ingresos.

No obstante, la cuarentena ha obstaculizado los esfuerzos de asistencia de muchas ONG, por ejemplo, preocupa que no se pueda dar atención individualizada y refuerzo educativo para que los niños no se queden atrás en su proceso de aprendizaje o generar espacios para la calma y la desconexión ante el aislamiento, la incertidumbre y las tensiones derivadas de la convivencia, pues son comunidades que no disponen de internet para llevar todo esto a cabo con herramientas digitales. El apoyo psicológico y refuerzo de la comunicación no presencial que puedan brindar estas organizaciones, además de un seguimiento telefónico continuado a todos los niños y sus familias, es crucial para paliar el aislamiento. El reto es buscar cada vez más y mejores formas de dar respuesta a todas las carencias que se están manifestado ya entre las personas por las que se trabaja.
Para concluir, se puede pensar que, ante nuestros hospitales saturados, es posible experimentar vagamente lo que en muchos lugares se vive a diario: morir de enfermedades por no tener médicos, medicinas o condiciones higiénicas suficientes. Cuando por estos días no hemos podido encontrar algunos productos en los supermercados, hemos podido intuir la situación de otras personas que diariamente no tienen el alimento necesario. El trabajo de las ONG en estos tiempos nos recuerda que nuestra propia experiencia del COVID-19 no puede impedirnos mirar y trabajar contra los estragos que la pandemia ya está causando en los hogares más empobrecidos, que viven en un estado de alarma casi permanente.

No nos pueden ganar las actitudes poco solidarias, incluso xenófobas, que empiezan a aparecer entre nosotros: la acumulación injustificada de alimentos, las miradas de reprobación hacia quien tose o estornuda, muestras de recelo hacia la población de origen chino o europeo. Más que nunca somos conscientes de que compartimos como familia humana una casa común: un hogar del que todas las personas somos responsables y partícipes. Se reafirma la necesidad de profundizar en los principios y valores de la economía solidaria, promover actitudes de solidaridad comunitaria (empezando con nuestros propios vecinos) saliendo del aislamiento individualista y abriendo paso a la reflexión sobre las cosas importantes de la vida y los nuevos compromisos que deberemos adoptar de aquí en adelante si queremos conservarlas.
Siguiendo un pensamiento de la economía solidaria:
“solo reconociendo y fortaleciendo los lazos que nos unen a nivel global podremos reemplazar el frágil sistema actual, construido al servicio de la hipereficiencia y la ganancia inmediata, por otros ordenamientos más sostenibles basados en la solidaridad no solo a nivel económico sino también generacional” (Kemal Dervis, 2020).
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